Reposando en el encuentro entre la prensa y la cafeína, se encontraba Romina un jueves por la mañana. Romina soy yo, pero me refiero a ella en tercera persona. ¿Por qué? porque cuando pienso en ella no pienso en mí, me imagino un personaje diferente. Es más, a veces creo que soy solo una idea … Sigue leyendo Vacío acendrado
Etiqueta: Cuento
Magdalena
(Fotografía: Dorothea Lange. Migrant Mother, Nipomo, California. 1936) Tiene un nombre curioso. Todos los extranjeros lo tienen. Es una lástima que vaya a ensuciarse. Pero puede venir conmigo, si quiere. Me llamo Magdalena. Soy vieja, pero mis huesos son duros. Casi tengo la edad de este vertedero. Setenta años cumplidos. No es que tenga una … Sigue leyendo Magdalena
Casi sagrados
–África, la mejor opción es África– dice Tomás. –Preferiría ir a Asia, la verdad– responde Miguel mientras mira el globo terráqueo que tiene en su repisa. –Resolvamos esto de manera simple. Piedra, papel o tijera. Si usted gana, vamos a África y usted decide el país. Y si yo gano, vamos a Asia. Pero de … Sigue leyendo Casi sagrados
El librero
Cerró el viejo tomo de la Summa Theologiae de Santo Tomás de Aquino con delicadeza y se lo entregó al librero. Imprimía a cada movimiento una solemnidad y un rigor que le dificultaban la operación, pero que le era necesario a fin de que no se notaran sus verdaderos sentimientos. Ya casi no comía, principalmente … Sigue leyendo El librero
El Capitán
Todos los días salía de su casa, cuando la penumbra aún estaba intacta, para ir en búsqueda de su nave. Iba de bahía en bahía buscando a sus tripulantes, a los cuales, llevaría a cumplir la misión del día. Estos se identificaban con un movimiento de brazo secreto.A pesar de que su nave estaba bien … Sigue leyendo El Capitán
Sputnik
El sol del mediodía se había ensañado contra el guitarrista apostado afuera del Teatro Junín. Desde las nueve de la mañana, el hombre se había esmerado en desafinar los porros y bambucos de moda: “ya ves, ya ves, ya ves que me muero ingrata/ por qué, por qué, porque no curas mi pena/ jamás serás, … Sigue leyendo Sputnik
Debió pagar por la ventana
Rafael ya estaba en la sala de espera con boleto y pasaporte en mano. Miraba nervioso hacia atrás, cada dos minutos, para ver si su celular seguía en el lugar donde lo había dejado cargando. Después de unos veinte minutos muy inquietos, de alguna puerta de embarque, se escuchó un llamado ininteligible. Rafael se puso … Sigue leyendo Debió pagar por la ventana
La triste «liga»
Pero comer d`eso es como comer cristiano. Es que una cosa es comer carne de venado, de tatabra, de guagua. Ufff!!! Llevábamos mucho rato en el monte y se nos acabó “la liga”, salimos con perros a rebuscárnosla. Ellos persiguen, el hambre aviva las ganas. En una d`esas jornadas salimos y nada, nos metimos tanto … Sigue leyendo La triste «liga»
En un costado de la carretera.
Chimba la volada en la avioneta y todo, pero esta espera ya se hacía insoportable. Ya llevábamos tres horas de esperar un carro de la alcaldía para ir a Segovia. Hacía unos días estábamos en Urabá conociendo escuelas indígenas dónde las aulas recogían polvo porque estudiaban en los tambos. Los niños se sentaban cómodamente sobre … Sigue leyendo En un costado de la carretera.
Tres cuentos cortos
ESA NOCHE TOCARON A LA PUERTA Esa noche tocaron a la puerta. El reloj marcaba una hora en la que las visitas no eran comunes en aquel vecindario. Se puso de pie y se dirigió a la entrada. Cuando abrió la puerta un aire helado lo paralizó. La muerte había llegado a su casa.—Don Rómulo … Sigue leyendo Tres cuentos cortos
El peluquero que no pudo motilar más
A diez años de su partida. Solías trapear con agua espumosa la casa amplia, larga, alta de tus abuelos. Mucha agua. Mucho jabón. Sus baldosas solo tomaban brillo luego de dos pasadas de agua con jabón azul y otras dos en que te dedicabas a secar y a brillar. Ibas desde la puerta hasta la … Sigue leyendo El peluquero que no pudo motilar más
Hilos de memoria
Parte uno Mi nana siempre me decía que cuando me casara nunca le dijera “te amo” a mi marido: “Los hombres son cobardes, Val... cuando les dices que los amas, ellos se van. Se lo advertí a tu madre y mira ahora lo que le ha pasado. Llora siempre que se levanta el olor a … Sigue leyendo Hilos de memoria
Eugenio y la mapaná
Eugenio pasó toda la noche en la cantina, revolcándose en la marea del licor: había cumplido sesenta y cuatro años. Primero escuchó el desagüe de la quebrada que se hacía más fuerte a medida que se acercaba la salida del sol, y luego no escuchó nada porque un vértigo agobió su cabeza y tuvo que recostarla otra vez sobre las tablas sin pulir de la mesa. Para aliviarse escupió un buche de saliva espesa y todavía endulzada por la tapetusa, pero no logró desprenderse del malestar que le había dejado el mal sueño.
Alguien te llama, José
Querida Susana, Ciertamente deberías tener algo de culpa. Es por ti que en todas las noches de noviembre vuelven a mi memoria los días en que jugábamos en el lago. Afuera, la ciudad se niega a caer en el silencio; adentro tomo un vaso de cerveza con ron. Me persigo en el espejo: los ojos … Sigue leyendo Alguien te llama, José
Los libros
Tengo 86 años. Sé conducir. Preparo mis propios alimentos. Lavo mi ropa. A pesar del astigmatismo puedo leer todavía y hasta hace dos años impartí una pequeña clase de literatura en el centro cívico del vecindario. Mis manos tiemblan, pero mucho menos que las de otros ancianos. Mi memoria es buena. ¿Entonces por qué me … Sigue leyendo Los libros
Digresión
Por. David Santiago Restrepo Ocampo ¿Me pregunta usted que si le tengo miedo a la sangre? Pues, pa' que vea que sí. Siempre supe que le tenía un miedo garrafal a la sangre. Lo sabía, pero no lo descubrí hasta que vi, con una prima cercana, una película sobre caníbales. No recuerdo el título de … Sigue leyendo Digresión
Un mar de distancia
5 de febrero de 1918 Ayer he soñado una vez más contigo. Es la quinta vez en una semana. La señora Millar insiste en que descuido el trabajo. He arruinado dos vestidos que debíamos entregar con urgencia. Te extraño. Tiemblo. Mi mente va a otro lado mientras cocino o estoy en la iglesia. Muchos de … Sigue leyendo Un mar de distancia
Caronte
Por Julián Castro De niño siempre soñaba con el río. Soñaba y cuando despertaba tenía la ropa mojada en orines. Mamá me decía que no pensara tanto en el río, pero yo siempre me imaginaba en él, atravesándolo con una barca negra. El sonido de la corriente me llenaba los oídos. Podía sentir mis dedos … Sigue leyendo Caronte
Pobres
Un hombre harapiento, de unos cincuenta años y de barba descuidada por el paso del tiempo que lo consume sin rencor ni clemencia, acaba de presenciar un robo en una panadería del barrio San Juan, que queda media cuadra arriba de donde vive. La noticia, aún caliente, le quema la lengua, por lo que regresa … Sigue leyendo Pobres
Dos visitas
Un hombre blanco como esta página de papel fue en la mañana a tocar la puerta de la casa cural. Toc-toc-toc. El padre abrió. Levantó su mirada oculta entre párpados entristecidos y le preguntó con voz evangélica: —¿Qué le pasa, hijo? El hombre de ojos verdes y barba de unos cuantos días sin afeitar, contestó … Sigue leyendo Dos visitas
El lector
Hace ya dos semanas que he tenido un encuentro por lo demás extraño. La sospecha de que entre mis libros y folios se esconden nidos y huevos de insectos, se ha visto a menudo corroborada por el encuentro de algún desafortunado animal que muere bajo la suela de un zapato cualquiera. Vivo en un edificio … Sigue leyendo El lector
El comprador
Puede usted, señor Gabriel, decirme que estoy perdido. Es verdad que el puente no me alcanza como techo y que los grillos no resuelven una dieta balanceada. Es verdad, señor Gabriel. Aún así no debo pagar por las estrellas de arriba que parecen migas de un panadero descuidado, ni por las de abajo que parecen … Sigue leyendo El comprador
El animal
Cala La primera a la que conocí fue a Cala. No era especialmente bonita ni particularmente inteligente, pero gozaba de una vitalidad que la hacía estar de aquí para allá como las luciérnagas en un campo de noche. En ese entonces, yo pasaba por la vida con indiferencia, o más bien la vida pasaba por … Sigue leyendo El animal
Hombres de barro
Un hombre me citó en un sueño. Traje esta libreta para garabatear un poco ya que en los últimos días la espera se ha hecho tortuosa en esta banca a punto de podrirse por la humedad. Una espera acompañada de los ronquidos de los buses rebosados de gente. El panorama es escaso, más que mi … Sigue leyendo Hombres de barro
Suerte
—Buenas, ¿cómo va todo?, saludó a su chancera regular de la calle Junín. —Bien gracias a Dios. —¡Sí!, todo está muy tranquilo. —Sí… sí, replicó la chancera acostumbrada a los monólogos mecánicos de sus clientes. —Hágame hoy el 3921, el 1744, el 9112…. —¿Cuánto? —Quinientos a cada uno. —Ok. Apenas van tres…. —Sí, sí, … Sigue leyendo Suerte
Romance
Ángel, se llama Ángel. Por un momento creí que me engañaba cuando me dijo su nombre o que me decía que yo era un ángel por haberle dado dinero. Me confundí. Pero luego entendí que se presentaba. Ángel. Estaba tocando un cuatro venezolano y cantando música llanera. Me acerqué y le dejé unas monedas que … Sigue leyendo Romance
Una vida
¡Querido señor! le contaré una historia, si comparte, generoso, su vino… No repare en mi vestimenta, que es inmunda, ni en mi olor, que es agrio. ¡Debe saber que soy un hombre perseguido y que antes del amanecer habrán llegado, los llame o no, a ensartar mi fea cabeza en una vara! ¡Bebamos por eso! … Sigue leyendo Una vida
Notas a Charlotte
I. Charlotte, esta celda es culpable de mi mala caligrafía: en las mañanas entra un rastro mínimo de luz y apenas durante el mercado del domingo un pedazo de mundo se filtra por entre las rendijas invisibles del muro. Si vieras la celda, llorarías. Si amanecieras aquí, despertarías con una resaca doble de calor y … Sigue leyendo Notas a Charlotte
El duro peso de los pétalos
Por Marta Peláez Gaviria Un homenaje a Jaime Atehortúa y a todos los silleteros. Rosa… Rosa… Rosa… Mi abuelo me llama tarde por la noche —¿o temprano por la mañana? —. No quiero levantarme. Es la una de la madrugada y hemos quedado en que yo lo acompañaría a la Placita de Flórez para vender … Sigue leyendo El duro peso de los pétalos
La biblioteca de Sarajevo
I Conozco pocos objetos tan dignos de compasión como los libros. Un libro no puede defenderse. Tampoco puede contestar. Un libro sólo sabe hablar. La mayoría de las veces callar. Pero lo que dice no siempre es del gusto de todos. Tampoco de sus amigos. Guardo un buen recuerdo de los libros. Durante la escuela, … Sigue leyendo La biblioteca de Sarajevo