Andrea Ávila se mueve en el escenario como si deambulara en carbón encendido. Su vientre se dobla en espasmos feroces y adelanta los hombros para golpear el viento que le huye. Arquea la espalda y la ira le inunda el cuerpo. De sus labios, la sangre. Dos líneas finísimas caminan por las comisuras de sus … Sigue leyendo No pongo los codos en la mesa