Este monólogo fragmentario, inscrito en la prosa poética, fue una realización literaria inspirada en la obra La que no fue de Umbral Teatro.
Hubo un tiempo en el que fui mi abuela Rosa y el mundo me atajaba, me detenía, me engullía.
El humo del fogón me sofoca el vientre. Doce muchachitos corretean de aquí para allá mientras mis manos torcidas le dan forma a una bolita de masa de maíz. Apenas termine aquí tengo que hacer un par de remiendos. Y más tarde, otra vez al humo, otra vez al fogón que me sofoca el vientre. El vientre que me duele. El vientre donde viene uno más. El número 13. No lo quiero. Que Dios me perdone. No más. Esto no es la vida. Esto no es. ¡Qué sería de mi si no hubiese caído en los enredos de Jaime! Con puro cuento me enredó. No era bonito siquiera. Era un patirrajao, un boque jarra. Y era para esto. Para esto me quería. Para criar hijos. Y eso que quería 20. Esto no es la vida. Esto no es.
Hubo un tiempo en el que fui mi madre Ruth y mi cuerpo se fue a bailar en los bares prohibidos. Mi alma loca. Mi alma en una jaula.
Cuando cumplí quince me puse el vestido que le quedó pequeño a Beatriz, Amanda y Blanca. Le subí un poco el ruedo. Un poquitico. Encima de las rodillas. Cuando papá me vio me dio una muenda. Me quedó la correa toda marcada. Pero no importa. Así me voy para el parque. A echar planchón. Después a bailar. A bailar al Torkoroma. Mi papá no me deja. Pero no importa. Me tomo un guaro y después otro. Tranqui. En pocillo de tinto no se nota. Bailaré. Bailaré hasta las diez. Mi papá me deja hasta las nueve. Pero no importa. Mañana tendré un moretón más. Pero no importa. Mañana tendré una historia más.
Hubo un tiempo en el que empecé a ser yo, María, y pude ver la jaula y ver que el mundo no quería engullirme. Pude ver mis alas. Mis alas grandes. Mis alas libres.
Caminé a los siete meses. Al año dije te amo. Leí el primer cuento a los cuatro. A los seis ya escribía mis propias historias. A los ocho quise ser bailarina y lo hice. A los doce quise ser actriz y lo hice. Desde siempre quise volar y aunque no ha pasado, lo sigo intentando.
Gracias madre, gracias abuela, gracias a todas las mujeres que corren por mi sangre.
Nota. La imagen fue tomada del archivo de umbralteatro.co. Créditos a quien corresponda.