¿No se hacen los días más tranquilos con los años que pasan?
¿No se simplifican los sueños, mientras que el anhelo palidece en la noche que responde
con los ojos cerrados
a la angustia del tiempo marchito?
Mírame, -dice la noche- ¿acaso no comienzan a correr los días en un círculo tras de sí?
¿No pasan las horas como una cascada de luces?
¿No llega la noche antes de tiempo?
¿No llega la noche antes de tiempo?
El tiempo se ha hecho amigo a tus espaldas de la voz que pide descanso
La voz que es también tu voz,
La voz de la vida que va renunciando.
La vida se me ha ido llenando de recuerdos mordidos
-dice la voz a la noche-
Recuerdos medios
Recuerdos semi-soñados
Recuerdos que no son recuerdos,
sino dolores que han prestado a la vida
los rostros que hemos coleccionado para interpretar el teatro de las angustias cuando llegas tú
y nos arrojas al silencio
antes de que las arenas del primo de la muerte nos arropen hasta un nuevo comienzo.
La vida se ha llenado de rostros
-les digo a ambos-
Rostros que se repiten en otros rostros
Rostros que son palabras
Que son anhelos marchitos.
Yo, reflejo de lo que no vive
De lo que nunca supo acercarse a la luz de los días
He convertido el mundo
En un aquelarre de fantasmas.
¿Será así para todos?
Con razón la voz está cansada
Qué será de mí
Cuando todo lo que me quede sean fantasmas.