Las tapias
Le dije a mi madre que en sueños les vi llegar por la orilla del río.
Estaban vestidos de hojarasca.
Traían la cara de los huérfanos, empujados hasta el filo de los negros nubarrones,
traían la cara de los huérfanos.
Le dije a mi madre que los vi borrar de la tierra la huella de los labradores con su bota,
que habían sido labradores.
No conocían aún el sabor de las bocas que pueden recitar poemas.
Ellos parecían niños disfrazados que sus madres llevarían a la feria del domingo.
Pero ellos le arrancaron el útero a la tierra
hicieron cuentas de las cabezas de los pobladores y las llevaron en canastas a la feria del domingo
Tomaron a las mujeres y las deshojaron para venderlas secas y como leña en la feria del domingo
Tomaron el cielo y el bosque para que no sembráramos otros niños y fuera más rentable la feria del domingo.
Camino a veces entre los caseríos:
las tapias de las casas están llenas de ojos
Las tapias me miran
y en sus ojos de plomo veo los ojos de café molido que le cerraron a mi madre
En el viento que retuerce las puertas de lata
están los padrenuestros que no llegarán a las cabezas cortadas para la feria del domingo.
Le dije a mi madre que en sueños les vi llegar por la orilla del río:
ya nadie lanza maíz a las gallinas como ofreciéndoles soles.
los caminos sin rastros de mula
las casas sin olor a chocolate
el establo sin bramidos.
Podrá entonces esta noche traerme en sueños a mi madre
y escucharla llamar a las vacas
aunque fuera con esas otras bocas que ellos le abrieron en la carne.
Los pantanos
En los ojos del perro se puede ver que aún es invierno en el poblado.
La mirada baja, pequeña niña, la mirada baja que la calle está llena de árboles invertidos
y la campana de la cúpula nos llama al velorio de la luna que durmió sobre el pantano.
Han traído la pesadilla para hastiarnos del sueño
han traído el murmullo para robar la palabra
han traído sus caldos miserables para hincharnos de la nostalgia.
Los vestidos tienen rastros de la mañana pero los rostros del eclipse
Ha llegado el señor que hizo suyos los cabellos de la noche:
ha traído copas para todos
está cenando del cuerpo que nos recogimos en la última cosecha.
La mirada baja, pequeña niña, la mirada baja que están cegando la luz en las luciérnagas del bosque.
Ciudad
En la ciudad de afuera los niños cosechan los cartones:
entre pliegue y pliegue les crece el cielo
En la ciudad de afuera las risas se adornan con las mortajas
y las nubes escalan como el graznido de un cuervo
En la ciudad de afuera el gallinazo, como un obispo,
aguarda que afloren los cuerpos sazonados por el río
Mientras una oración nacida en unos labios distantes, los recuerda.
¿Quién puede intuir atardecida la ciudad
si las antorchas intocadas permanecen intocadas,
que murió el canto desgajado de las madres desgajadas
que la sangre permanece en las alcantarillas
y el llanto en las tumbas
y el sol distraído
Que las balas no se elevan en los gritos como las cometas,
que la vida es ajena y la muerte contigua?
En la ciudad de afuera los niños presienten el hambre
como un jardín que les crece en secreto.
Hola, buen día. Comparto poesía en mis grupos de ws y he encontrado tres poemas de destierro y me han parecido geniales, pero tengo dudas sobre el autor. Todos pertenecen a Julián Acosta? También suelo compartir la nacionalidad y fecha de nacimiento. Me podrían colaborar por favor?
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